Agencia de Noticias Hawzah | El Día Mundial del Niño nos recuerda que nuestro mundo debería estar pintado con las risas transparentes y los juegos interminables de la infancia. Sin embargo, hoy el corazón se vuelve pesado al pensar en aquellos pequeños que solo escuchan esa promesa en sus sueños. Cuando pienso en Gaza, mi alma se fragmenta en mil pedazos y un nudo en la garganta me impide respirar.
Los niños de Gaza, de la misma edad que tú o yo, han registrado en el breve cuaderno de sus vidas el significado más doloroso del sufrimiento. Imaginen esos ojos que deberían brillar con esperanza y picardía infantil, ahora cansados de contemplar ruinas.
Manos diminutas que debían abrazar muñecas o coches de juguete, hoy buscan un regazo perdido, o sostienen platos vacíos en busca de un trozo de pan. Quienes deberían descubrir el mundo de los juegos, ahora corren tras un poco de alimento… o se han quedado en silencio eterno bajo los escombros.
Manos inocentes que debían pasar las páginas de un cuento o dibujar sus sueños, hoy han quedado inmóviles bajo el peso de la destrucción.
Las cifras gritan: más de quince mil niños.
No es un número frío. Son quince mil historias inconclusas, quince mil futuros truncados, quince mil sonrisas apagadas.
Cada uno tenía un nombre, un deseo, una casa imaginada.
Lo que para nosotros es rutina —un desayuno, una escuela, una risa— para ellos era un sueño imposible, arrebatado demasiado pronto.
Estos niños eran nuestros ángeles en la tierra, hoy con las alas rotas. Su silencio habla más alto que cualquier grito.
¿Por qué el mundo de la infancia debe ser así?
¿Por qué sus sueños deben quedar enterrados bajo toneladas de polvo y miedo?
Despertemos, hoy, antes de que sea demasiado tarde.
Sacudamos las conciencias dormidas.
Nuestra indiferencia y nuestro silencio son una culpa imperdonable:
es nuestra falta de voluntad para ver, para escuchar, para actuar.
El Día Mundial del Niño no es un día de felicitaciones vacías ni de eslóganes huecos.
Es un recordatorio del inmenso deber que tenemos hacia todos los niños del mundo, especialmente aquellos que viven entre el dolor y la adversidad.
Unámonos para proclamar, con una sola voz, el derecho a la vida, a la paz y a la alegría para cada niño de esta tierra.
Hagamos algo, para que la sonrisa vuelva a los pequeños labios de Gaza.
¡Somos tu voz, Gaza!
Y nunca te olvidaremos.
Samira Golkar
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